Noticias
La hermana del presidente, su influencia y la desconfianza del PRO
Parece existir una fórmula, combinación de protocolo y de política, que impera en cada audiencia de Javier Milei. El Presidente recibe siempre al anfitrión, pero no bien lo saluda se corre para que haga lo mismo su hermana, Karina Milei. Llama la atención que responda en plural cuando le preguntan como está. “Estamos muy bien”, contesta, con la intención de permitir participar en el juego a la secretaria general.
La mayoría de las veces, luego de la presentación, Karina se retira y deja solo al Presidente. Sobre todo, si la agenda incluye temas económicos-financieros, empresarios o algún contacto político de primerísimo nivel. Una excepción: el 95% de las reuniones del mandatario no tienen que ver con eso. De allí se podría inferir la influencia que ejerce su hermana: talla en todos los cónclaves libertarios, también en los que Milei suele sostener con un puñado de ministros. O algún contacto con dirigentes partidarios de otra fuerza. En alguna de esas tertulias se filtra además Santiago Caputo, el numen de la comunicación mileísta a través de las redes sociales.
En la radiografía de la estructura del poder de estos primeros cuatro meses del Gobierno se podrían descubrir tres segmentos. Milei en la cima. Karina prácticamente en un nivel similar. Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, y Guillermo Francos, el ministro del Interior, bastante por debajo de aquellos. Para ocuparse de la gestión política cotidiana que el mandatario aborrece. Una verdadera novedad y extravagancia en los 40 años de democracia. Al principal político del país no le agrada la política. De allí su exitosa muletilla sobre “la casta”.
No se trata de la única curiosidad. El Presidente sigue cumpliendo con un precepto que un par de veces confió en la campaña electoral. “Uno siempre tiene que tener alguien a quien reportar. En mi caso yo reporto a mi hermana”, repite. Una subversión de las jerarquías políticas que se compensa por la confianza ciega que Milei posee en Karina. De lo cual podría colegirse la desconfianza que le despertarían casi todos los demás.
La secretaria general se corrió del medio en febrero cuando su hermano decidió retirar de Diputados la Ley Ómnibus que estaba siendo votada en particular. Ambos andaban por Israel. La mujer, en cambio, ahora desde Miami, tuvo injerencia directa en la mayor crisis interna que se ha desatado en La Libertad Avanza. Fue quien vetó la designación de la diputada bonaerense Marcela Pagano al frente de la Comisión de Juicio Político. Produjo la caída del titular del bloque Oscar Zago y entronizó al cordobés Gabriel Bornoroni, hombre de su riñón. Como consecuencia, el pequeño cuerpo libertario quedó fracturado.
Resulta interesante la hechura de esa crisis porque respondería con justeza a la configuración presente del poder. Pagano había recibido el aval de Milei (en dos ocasiones por teléfono) para liderar la Comisión de Juicio Político. Karina obró en un sentido contrario a través del titular de Diputados, Martín Menem, que desató aquel cisma. El Presidente acató, ratificó y continuó su gira por Texas para encontrarse con el magnate Elon Musk.
La crisis oficialista se desarrolló mientras Posse y Francos dialogaron con diputados opositores para terminar de pulir aspectos de la Ley Bases que Milei pretende tener sancionada antes del Pacto de Mayo convocado para el día 25 de ese mes. Aquellos funcionarios se encontraron además con la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT) para acordar algo de la reforma laboral a cambio de que las paritarias sindicales no sean ninguneadas. Lo del nuevo paro nacional del 9 de mayo circuló por otro andarivel. A los legisladores colaboracionistas y a los gremialistas aquel conventillo libertario estuvo lejos de infundirles confianza. Todos observan que la administración funciona como si se tratara de compartimentos estancos.
Milei debió padecer un traspié adicional. El conflicto en Diputados fue manejado con una desprolijidad sorprendente. Una riña a cielo abierto de libertarios en la Comisión de Juicio Político que, en un momento, llevó a Pagano a agarrarse su cabeza con las manos. Unión por la Patria pretendió sacar provecho del escándalo y mantener la jefatura que hasta diciembre desempeñó Carolina Gaillard. Fue quien hizo todo lo posible, aunque en vano, para que prosperara el enjuiciamiento contra la Corte Suprema.
Martín Menem intentó abortar las deliberaciones de la Comisión con un mail que envió menos de cinco minutos antes que arrancaran. En su transcurso resolvió cortar tres veces la emisión por TV que dispone una señal del Congreso. Al día siguiente una periodista fue advertida sobre la imposibilidad de referirse a la pelea oficialista. El libertario correntino Lisandro Almirón cargó en la sesión contra Zago. “Nunca vimos una escena igual”, dijo un diputado que lleva encima varios mandatos. Espectáculo que “la casta”, con la cual se resiste a cogobernar el Presidente, no hubiera podido escenificar mejor.
Los sectores colaboracionistas de la oposición aseguran que la Ley Bases, más allá de las discordias ventiladas en el oficialismo, terminará por aprobarse. Aunque haya dos o tres puntos a debatir. Calculan que podría reunir entre 140 y 150 votos a favor. Probablemente a futuro deje de reinar la incondicionalidad. En especial dentro del macrismo. “No podemos hacer siempre la venia mientras 37 diputados de ellos se matan en público”, subrayó un hombre prominente del PRO. Quizás eso no alcanzaría para explicarlo todo.
A Mauricio Macri y a su primo, el jefe porteño Jorge, no le habría caído nada bien tampoco la avanzada de Karina en la Ciudad. La secretaria general lanzó días pasados el armado de La Libertad Avanza. Dejando en el camino, entre varios, al estoico legislador Ramiro Marra, histórico ladero de Milei. El ex presidente lo vivió como una deslealtad después de las varias conversaciones que tuvo con el líder libertario tras la victoria en diciembre. Su diálogo con el joven Caputo no remendó nada. Hay algo para tener en cuenta: el ingeniero estima que la Capital es un centro de gravedad para la supervivencia del PRO. Creería en la posibilidad de una convergencia con los libertarios. La competencia tendría otro significado. “Si las cosas les salen bien vendrán por nosotros”, conjetura un funcionario de la administración porteña. La provocación podría ser tal vez mayor. El desembarco de Karina no implicaría, al menos por ahora, la chance de su candidatura. Tampoco en Buenos Aires. Suponen que para esa jugada contarían con Patricia Bullrich. Dos años a cargo del Ministerio de Seguridad serían suficientes para la mujer. Si así sucediera, representaría el epitafio para el presunto acuerdo amplio a nivel nacional entre el PRO y La Libertad Avanza.
Todas esas especulaciones, cuando apenas han transcurrido cuatro meses de un gobierno débil con un líder fuerte, diluyen la frontera que Milei ha establecido con “la casta” como modo de instalar en el imaginario colectivo el nacimiento de un tiempo nuevo. “¿Coquetear con las legislativas del 2025 cuando todavía no se sabe qué ocurrirá en la Argentina en los próximos meses?”, interpelaba inquieto un funcionario libertario.
El Gobierno posee siempre algún golpe de fortuna que suele acompañar a los debutantes. La secretaria de Trabajo estuvo de espectadora 24 horas mientras un paro de colectivos complicó la vida de millones de personas. Tampoco Francos y Posse insinuaron alguna negociación cuando en el encuentro con la central obrera se enteraron de la próxima medida de fuerza. Los protagonistas del pasado que fracasó son un anabólico político para un gobierno que realiza un durísimo ajuste y todavía no cuenta con resultados para entusiasmar a la sociedad. El sindicalista más renovador de toda la grilla es el ferroviario Omar Maturano. Lleva apenas 30 años en la conducción del gremio. Los restantes lo superan con creces.
La decisión de la huelga, la segunda luego de aquella del 24 de enero, tuvo el beneplácito de todo el Consejo Directivo. Hubo dirigentes que empujaron más que otros: los casos de Pablo Moyano, el camionero, y Hugo Barrionuevo, el gastronómico. A ellos se les habría ocurrido la triada del paro junto con la marcha del Día del Trabajo y la manifestación prevista para el 23 de este mes por los estudiantes universitarios. Barrionuevo es el mismo que después de la victoria de Milei en el balotaje sostuvo que estaría “para ayudar y acompañar”. Antes, incluso, se había entusiasmado con financiar la campaña del libertario. Rey de casta.
El Gobierno enfrenta aquellos desafíos en paralelo con la carrera que la plantea la economía. Ha logrado objetivos con la macro (dólar, reservas, riesgo país) a costa de un fuerte deterioro de la micro. Eso tiene que ver con la producción, el consumo, el empleo. Variables que impactan de modo directo en el bolsillo de la gente. La contracción del consumo resulta notable en todos los rubros. Un 40% en electrodoméstico, 30% en automóviles, 30% en provisión de cemento. Signos inconfundibles de una profunda recesión. Habrá que observar cuánto demoran en equilibrarse aquellas dos grandes variables económicas para que el apoyo popular que conserva el Presidente no empiece a desgranarse.
Por el momento parece no suceder. La consultora ARESCO mantiene el nivel de adhesión a Milei similar a diciembre. Con rasgos llamativos. Entre los jóvenes menores de 30 años acumula un diferencial de 20 puntos a favor. El indicador baja algo cuando refiere al sexo masculino en general. Resulta neutro entre las mujeres. ARESCO retomó una medición que en los últimos meses había sido apartada: la credibilidad. El libertario sigue cosechando algo más de la mitad de las opiniones favorables.
Ninguna esperanza de que cese su metralla tuitera.